Ya desde la antigua Grecia el culto al cuerpo formaba un pilar fundamental dentro de la vida cotidiana de sus gentes. Artistas como Mirón de Eléuteras reflejaba en sus obras esa obsesión por el hombre musculado y atlético. También unos cientos de años más tarde, ya en el Renacimiento Miguel Ángel y su David dejaban constancia de ese culto a la figura humana trabajada. Pero no es hasta los años 80 y 90 cuando la industria cinematográfica y publicitaria se apoya en figuras de actores musculados como Silvester Stallone o Arnold Schwarzenegger para vender a la sociedad un ideal…
Y es precisamente en las dos últimas décadas del siglo XX cuando las ciudades empiezan a llenarse de gimnasios que prometen a sus clientes copiar los cuerpos esculturales de los ídolos de la época a golpe de mancuerna. Pero la realidad pronto supera a la ficción. No es tan fácil como parece y se necesita algo más que levantar pesas. Es precisamente aquí donde entran en juego una serie de sustancias que ayudan a conseguir los objetivos de una manera más rápida y eficiente pero también a poner seriamente en riesgo la salud de quienes lo consumen. Los anabolizantes
¿Cómo aparecen en los gimnasios? Pues unas veces los propios regentes de los locales “recetan” (lo pongo entrecomillado para remarcar la ironía) a sus clientes dichas sustancias para que esa definición del musculo sea más evidente trabajando un menor tiempo y el cliente salga satisfecho. Claro está, en muchos de esos casos se enmascara la palabra anabolizante con la de “complejo vitamínico” (que es otra cosa bien distinta) sin saber realmente los peligros reales que tiene consumir este tipo de componentes.
Pero gracias a dios la gran mayoría de los dueños de los gimnasios creen en un estilo de vida saludable donde estas drogas (si como cualquier droga, uno de sus peligros es la adicción) no tienen cabida. Pero no significa que entre los propios usuarios no se recomienden utilizar estas sustancias para conseguir la meta deseada.
Es esta sociedad (más que nunca) la que busca el objetivo de una manera rápida y con el menor esfuerzo posible. Y son el Dianabol y la hormona del crecimiento las que ayudan a que esas metas sean alcanzables. La tele, el cine, las redes sociales empujan a la sociedad a una vida irreal dónde en muchos casos nada es lo que parece y donde lo que vale es el presente más inmediato sin pararse a pensar si el hoy puede condenar a nuestro futuro.
Es por eso que a la pregunta que da título a este post nosotros le damos una respuesta firme, contundente e inmediata. NO todo vale para conseguir un bonito cuerpo que lucir en la playa o en Instagram. NO a los anabolizantes. Y SI al esfuerzo, la constancia, la perseverancia y la salud.
Y vosotros, ¿estáis de acuerdo?
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