Nuestro ímpetu y las ganas de ver resultados a la hora de hacer deporte puede jugarnos una mala pasada. Si notas un exceso de fatiga de forma continuada (es fundamental de forma continuada y no de manera puntual) en el tiempo durante y después de tu entrenamiento a lo mejor no estás haciendo bien las cosas. Lee a continuación este artículo.
¿Por qué ocurre?
Como decíamos, quizás no te das cuenta. Lo achacas (si comienzas de nuevo una actividad física) a las ganas de los primeros días o si estás preparando una prueba a la sobreexcitación por llegar en las mejores condiciones a la hora de competir. Pero si el cuerpo te manda señales de forma continua estate atento a ellas, tu salud está en juego. Ten en cuenta que una rutina de entrenamiento duro no quiere decir que termines “por los suelos todos los días”.
Algunas señales…
El cuerpo manda señales, pero ¿sabemos interpretarlas? Seguramente algunas si, pero otras no pensarás que son fruto de los sobrentrenamientos.
– Dolor muscular intenso y prolongado en el tiempo. No sólo después de la actividad física sino también al inicio de un entrenamiento.
– Lesiones frecuentes. Contracturas, tirones… son la antesala de lesiones más serias por eso hay que estar atento a estas alarmas antes de que vaya a más.
– Insomnio. ¿Notas que tras varios entrenos “fuertes” no logras conciliar el sueño a pesar de que te encuentras cansado? Es uno de los síntomas. Tu sistema parasimpático está sobre excitado y no permite que concilies un sueño reparador.
– Frecuencia cardiaca basal elevada. Haz la prueba y nada más levantarte tomate las pulsaciones y acuérdate de hacerlo cuando creas que estas sobrentrenando, verás que han aumentado.
– Cansancio generalizado. Normalmente si tú haces una actividad física a la larga te encuentras mejor, más “fresco”, con más energía. Pero si es al revés algo estás haciendo mal.
– No progresas. Si, como lo estás leyendo. No por más entrenar vas a conseguir antes los objetivos. Es muy importante hacer una rutina, tener un orden y conocer tus límites.
Cómo poner solución al problema
Tranquilo que como casi todo en la vida esto también tiene solución. Lo más importante es darte cuenta que estás entrenando por encima de tus posibilidades.
Por eso lo primero que tienes que hacer es levantar el pie del acelerador y reajustar tu rutina.
Incluye el descanso como parte de tu entrenamiento, es fundamental.
Hidratación, hidratación e hidratación. Bebe agua a lo largo de todo el día, antes durante y después de la actividad física.
Procura no frenar en seco vete bajando pulsaciones, así el ácido láctico no se acumulará en exceso en tus músculos.
Evita entrenar en las últimas horas del día, cuida lo que comes antes de entrenar y después y dedica 10 minutos a estirar.
Y si después de todo esto sigues notándote cansado habla con tu médico quizás tengas que revisar tu organismo.
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